El cambio de década encuentra a Vitoria y con él al IQS en su apogeo. En efecto, ya había logrado, por fin, un merecido reconocimiento a su larga trayectoria científica y educativa, sus libros se reeditaban con asiduidad, la matrícula anual en el Instituto rondaba los sesenta alumnos en el conjunto de los tres cursos, una cifra nada desdeñable,[1] muchos de los cuales encontraban trabajo en puestos relevantes en la industria química, y se había creado un fuerte vínculo entre los antiguos alumnos gracias a la Asociación. Vitoria se encaminaba hacia su pronta jubilación en 1934 al cumplir los setenta años, pero dejaba el Instituto de Química consolidado y muy bien imbricado en el tejido industrial y social. Las cosas podrían haber continuado de esa manera, de no ser porque los trascendentales acontecimientos políticos que se produjeron en el país en 1931, con la proclamación de la II República el 14 de abril de aquel año, iban a modificar profundamente esas...