Historia En los primeros siglos del cristianismo, los subdiáconos asistían a los diáconos en tareas prácticas, como la distribución de la Eucaristía a los enfermos o la gestión de los bienes de la comunidad. Eran considerados clérigos menores, junto con los acólitos, lectores y ostiarios. A partir del siglo VI, el subdiaconado se consolidó como uno de los órdenes menores en la Iglesia occidental, aunque con un carácter más litúrgico que pastoral. En el rito bizantino, el subdiácono (llamado hypodiákonos) se encargaba de preparar los vasos sagrados y asistir en el altar.